jueves, 24 de febrero de 2011

Con el puño lleno

Hoy, con el corazón en el puño, está seco, marchito, de él sale una flor deshojada, caída, esa flor que planté una vez con la esperanza de regarla con tu amor, y como se aprecia al observarla, solo la pude regar con lágrimas, ahora prefiero estar sin corazón a tener uno corrupto y roto. También atrás, en el suelo del largo pasillo oscuro que recorro, está mi cabeza, mi cerebro, con todo lo que de él emana, inteligencia, conciencia, recuerdos, moral... Lo dejo atrás mientras camino, ahora ando completamente a oscuras por el pasillo, corredor de mi vida, corredor de mi muerte, de la muerte, descerebrado, desconcertado, abandonando la razón.
Descorazonado y descerebrado voy por mi vida, hacia mi muerte, a oscuras, solo acompañado por la esperanza que deja el hueco de mi corazón, esperanza con la que sueño, en la que tú me persigues y me alcanzas, para devolverme mi razón, mi cerebro perdido, y que riegues, recuperes, arregles y devuelvas a su sitio a mi corazón, y que así me acompañes, iluminando con tu luz este corredor, esta vida mía. Ahora, con la única esperanza de que me alcances, he parado en mi camino, para que aunque vengas despacito, me cojas y me abraces, pues hacia atrás no puedo ir para encontrarte. Parado en la vida, sin corazón ni cerebro, estoy dormido ¡Despiertame!... ¡Néstor! ¡Despierta!... ¡Néstor, despierta ahora o nunca lo harás!

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