Joder, tanto que hacer, tanto que conseguir, tanto que quiero y otro tanto que debo cumplir... Mi cuerpo sin embargo no quiere nada, solo cama, cama y cama. Mareos pensando en qué pensar, quebraderos repasando lo que hago mal, sueños que muestran la frialdad de estas noches que pronto nos cubren de oscuridad... Y yo, sentado, pienso, repaso, aguardo, aguanto, reviento y recompongo, me consumo y ni siquiera soy fuego, cada vez más ceniza y cada vez menos llama, y me arrimo, me quemo y no me quejo... No se puede aguantar el peso de incombustibilidad de la ceniza, quiero volver a arder y consumirme con motivo, como un gran bidón de gasolina. Se agotan los días y tantos los paso a lo tonto, pasan las horas y tantas las paso a lo bonzo, pasan los minutos y tantos los paso sin costo... Tanto acecha mi mente que llega un punto en que exploto y no quiero nada mientras con el pegamento me pego y me coloco. La compañía que evita la soledad ya solo es trivial, mi pecho y mi mente están en su propio y único camino a ninguna parte, echando carreras por prados verdes que de noche no están, corriendo alegres en su momento y tumbados ardientes en su descenso... No sé ni lo que digo, no sé ni que escribo, solo un par de manos de deslizan suave y violentamente por el teclado, exponiendo ideas, relatando mis desamparos...
Y ostia ya, que coño voy a hacer, si no hago algo ya, voy a desaparecer. Y no estaría del todo mal para mí, pero mi interior en su independencia calcula el demás dolor, y si no fuera así, haría mucho tiempo que descansaría de este mundo de tenue gris que tiene por color...
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